El hombre de arena de E.T.A. Hoffmann
Este relato evoca una leyenda alemana sobre un personaje bondadoso que aparecía por las noches y para que los niños se quedaran dormidos les tiraba arena en los ojos. Pero el hombre de arena relatado por la criada es malvado y causa terror.
“En este tipo de veladas, mi madre estaba muy triste, y apenas oía sonar las nueve, exclamaba: «Vamos niños, a la cama… ¡el Hombre de Arena está al llegar…! ¡Ya lo oigo!» Y, en efecto, se oía entonces retumbar en la escalera graves pasos; debía ser el Hombre de Arena. En cierta ocasión, aquel ruido me produjo más escalofríos que de costumbre y pregunté a mi madre mientras nos acompañaba:
-¡Oye mamá! ¿Quién es ese malvado Hombre de Arena que nos aleja siempre del lado de papá? ¿Qué aspecto tiene?
-No existe tal Hombre de Arena, cariño -me respondió mi madre-. Cuando digo “viene el Hombre de Arena” quiero decir que tienen que ir a la cama y que sus párpados se cierran involuntariamente como si alguien les hubiera tirado arena a los ojos.
“Lleno de curiosidad, impaciente por asegurarme de la existencia de este hombre, pregunté a una vieja criada que cuidaba de la más pequeña de mis hermanas, quién era aquel personaje.
-¡Ah mi pequeño Nataniel! -me contestó-, ¿no lo sabes? Es un hombre malo que viene a buscar a los niños cuando no quieren irse a la cama y les arroja un puñado de arena a los ojos haciéndolos llorar sangre. Luego los mete en un saco y se los lleva a la luna creciente para divertir a sus hijos, que esperan en el nido y tienen picos encorvados como las lechuzas para comerles los ojos a picotazos.”
Nathanael es el personaje principal de este relato que toma por cierto esta leyenda y queda profundamente marcado por ella y por el hecho de la muerte de su padre. En su mente , esta está relacionada con este misterioso “hombre de arena” sincretizado en la persona de un amigo de su padre: Coppelius que estaba junto a él cuando murió. De esta tragedia surge un terrible trauma psicológico que lo perseguirá durante toda su vida y que él mismo admite al comienzo del relato en una carta enviada a su amigo Lotario:
“Sospechas sin duda que circunstancias concretas que han marcado profundamente mi vida conceden relevancia a este insignificante acontecimiento, y así es en efecto. Reúno todas mis fuerzas para contarte con tranquilidad y paciencia algunas cosas de mi infancia que aportarán luz y claridad a tu espíritu.”
Todo el tiempo al seguir el relato, el lector dudará si lo que le ocurre a Nathanael es locura o realidad ya que será guiado por su inconsciente perturbado, gracias a la magistral habilidad del autor.
En este cuento aparece una mujer autómata, Olimpia, creada por el profesor Spalanzani y a la que Nathanael cree humana y de la cual se enamora perdidamente:
“Olimpia apareció ricamente vestida, con un gusto exquisito. Todos admiraron la perfección de su rostro y de su talle. La ligera inclinación de sus hombros parecía estar causada por la oprimida esbeltez de su cintura de avispa. Su forma de andar tenía algo de medido y de rígido. Causó mala impresión a muchos, y fue atribuida a la turbación que le causaba tanta gente.
El concierto empezó. Olimpia tocaba el piano con una habilidad extrema, e interpretó un aria con voz tan clara y penetrante que parecía el sonido de una campana de cristal. Nataniel estaba fascinado; se encontraba en una de las últimas filas y el resplandor de los candelabros le impedía apreciar los rasgos de Olimpia. Sin ser visto, sacó los lentes de Coppola y miró a la hermosa Olimpia. ¡Ah!… entonces sintió las miradas anhelantes que ella le dirigía, y que a cada nota le acompañaba una mirada de amor que lo atravesaba ardientemente. Las brillantes notas le parecían a Nataniel el lamento celestial de un corazón enamorado…”
Nathanael duda si Olimpia es humana, ya que justamente este personaje está inserto en el relato para crear duda o vacilación, pero luego, poco a poco, va convenciéndose de que es humana e incluso se enamora de ella.
Pueden observarse oposiciones interesantes en los personajes de las dos mujeres: Clara y Olimpia. Oposición que manifiesta claramente el pensamiento de los autores del movimiento romántico. Clara es vivenciada por el apasionado Nathanael como aquello que representa a la racionalidad de una sociedad ilustrada; lo que no es explicado por medio de la razón es dejado de lado por absurdo. Las explicaciones racionales que Clara le ofrece la ubican ante él como sensata, lógica, reflexiva, fría, lúcida. Y eso al romántico y fogoso Natanael lo llena de ira. Olimpia en cambio representa para él lo impensable, la fantasía, lo mágico, lo carente de intelectualidad.
La relación entre ellas se manifiesta en los ojos de ambas, los de Clara son puros como un “lago de Ruisedal” y los de Olimpia parecen mirar sin ver.
Con un lenguaje culto pero sencillo el autor se permite transmitir al lector toda la subjetividad del protagonista y sus emociones más extremas.
Sobre el narrador se puede diferenciar que el del comienzo es el propio protagonista, Nathanael, que narra en primera persona y lo hace por medio de una carta que le envía a su amigo Lotario donde le cuenta el origen de su miedo expresado con total subjetividad y sentimiento exacerbado. La respuesta es otra carta que proviene de Clara, la chica de la cual Nathanael está enamorado por lo tanto aquí la que continúa con la narración es ella que lee la carta por error (según ella). Nathanael escribe a Lotario nuevamente demostrando su desacuerdo total con Clara mostrando su estado emocional expresado en la vehemencia con la que defiende su posición. Luego de las tres cartas, el estilo cambia de epistolar a narración, lo que manifiesta un juego de narradores, por un lado los de las cartas y por el otro, uno que dice ser amigo de Nathanael y que el lector no conoce; un narrador omnisciente. La utilización de la carta por parte del autor es un recurso que le imprime mas verosimilitud al relato y a su vez acerca la subjetividad del narrador-protagonista, al lector.
Bibliografía “Introducción a la literatura fantástica “ de T. Todorov.
La caída de la casa Usher de Edgard Allan Poe
Desde el
comienzo el cuento determina la influencia gótica :
“Durante todo un día de otoño, triste, oscuro,
silencioso, cuando las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo, crucé
solo, a caballo, una región singularmente lúgubre del país; y, al fin, al
acercarse las sombras de la noche, me encontré a la vista de la melancólica
Casa Usher. No sé cómo fue, pero a la primera mirada que eché al edificio
invadió mi espíritu un sentimiento de insoportable tristeza.”
En cuanto al narrador es uno de principio a fin y es un amigo de Roderick Usher que viene a visitarlo. Narra en primera persona y por medio de sus impresiones el lector conoce y percibe el drama que se vive en el cuento. Un drama en el que están imbuidos los personajes y el mismo narrador y el cual solo pueden vivir, ya que están condenados a un destino que no pueden modificar. El narrador es el encargado de transmitirle al lector sus propios sentimientos de lo que va viviendo. Todo el relato está empapado de su subjetividad. El lector es guiado por él en un laberinto de sentimientos y emociones de comienzo a fin como lo muestra este párrafo:
“Dominado por un intenso sentimiento de horror, inexplicable pero insoportable, me vestí aprisa (pues sabía que no iba a dormir más durante la noche) e intenté salir de la lamentable condición en que había caído, recorriendo rápidamente la habitación de un extremo al otro.”
Poe es un gran provocador de emociones y se vale de un lenguaje culto y cargado de adjetivos que dan cuenta en todo momento del sentimiento dramático que envuelve el relato. Personifica la casa, los objetos adjudicándole rasgos y sentimientos humanos: “melancólica Casa Usher”, "las ventanas como ojos vacíos”, “siniestros juncos”. El paisaje oscuro y lúgubre que envuelve el lugar evoca una naturaleza tan muerta como la casa y sus habitantes. Paisaje, mansión y habitantes son uno y ellos conducen al lector al inconsciente oscuro, al horror de lo que permanece oculto, lo misterioso del alma humana. La casa y quienes la habitan poseen un alma común cuyo oscuro secreto sepultará la muerte.
“…me encontré
a la vista de la melancólica Casa Usher.”
Le otorga una cualidad propia de un ser
humano lo que induce al lector a adjudicarle una similitud con los personajes
que viven dentro de ella. Y continúa describiéndola de la misma manera,
otorgándole cualidades propias de lo humano:
“…la casa y el sencillo paisaje del
dominio, las paredes desnudas, las ventanas como ojos vacíos, los
ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles agostados…“
Roderick explicaba su enfermedad de modo tal, que se puede establecer una comparación entre sus efectos y los que se podían advertir en la casa:
“Estaba dominado por ciertas impresiones supersticiosas relativas a la morada que ocupaba y de donde, durante muchos años, nunca se había aventurado a salir, supersticiones relativas a una influencia cuya supuesta energía fue descrita en términos demasiado sombríos para repetirlos aquí; influencia que algunas peculiaridades de la simple forma y material de la casa familiar habían ejercido sobre su espíritu, decía, a fuerza de soportarlas largo tiempo; efecto que el aspecto físico de los muros y las torrecillas grises y el oscuro estanque en el cual éstos se miraban había producido, a la larga, en la moral de su existencia.”
El
derrumbe de la casa está dado por la grieta enorme que esta tenía y que la impresionante tormenta ayudó a precipitar. Y la muerte de los hermanos y su extraña
enfermedad, podrían explicarse como producto de uniones matrimoniales entre
parientes para conservar el apellido y la herencia, como puede verse en este pasaje:
“Una vez depositada la fúnebre carga sobre los caballetes, en
aquella región de horror, retiramos parcialmente hacia un lado la tapa todavía
suelta del ataúd, y miramos la cara de su ocupante. Un sorprendente parecido
entre el hermano y la hermana fue lo primero que atrajo mi atención, y Usher,
adivinando quizá mis pensamientos, murmuró algunas palabras, por las cuales
supe que la muerta y él eran mellizos y que entre ambos habían existido siempre
simpatías casi inexplicables.”
Los hermanos Usher, últimos de su
estirpe, mueren y al mismo tiempo sucede la destrucción de la casa del mismo
nombre. Casa y dueños unidos simbióticamente, afectados por idéntico mal y
terminando de igual modo.
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